jueves, 7 de diciembre de 2006

Mi Viejo

Y aquí estamos nuevamente sentados en la mesa como mi mamá quería para que “compartiéramos”, pero aunque estamos sentados los tres en la misma mesa siento que hay un mundo entero que nos separa. Te miro leyendo el Mercurio, solo para escucharte decir que el The Clinic es mucho mejor, innumerables veces te he escuchado criticar a los políticos, pero todavía no entiendo porque no estas inscrito, te miro mientras hablas con mi hermana sobre lo bueno del comunismo y lo malo que fue Pinochet, pero aun así me inscribiste en un colegio ingles, donde todos son de derecha, y creen que aunque Pinochet mato a varios comunistas, al parecer se le olvidaron varios más. Te miro y no te entiendo, lleno de contradicciones, pero aun así, tan seguro de lo que dices, de lo que crees que es justo.Me he enojado tanto contigo, que he querido desaparecer, que tu desaparezcas, te he gritado que no quiero volverte a ver nunca más, que incluso un par de veces me he escapado de casa, pero en ambas me fuiste a buscar sin importar lo que te halla dicho, me has castigado, me has gritado, me has retado y me has amenazando, y yo como buen hijo tuyo te he retado a que cumplas tus amenazas, han sido tantas las discusiones que en este momento no me puedo acordar de ninguna en particular, y es eso exactamente lo que me pasa cuando me enojo contigo, se me olvida todo, y ahí estoy sentado nuevamente sentado en la misma mesa como mi mamá quería para que “compartiéramos” más, pero todavía siento que estamos muy lejos el uno del otro, a ti te gustan los tangos argentinos, a mi el rock americano, tu eres de la U, yo del Colo, a ti te gusta el rodeo, yo prefiero jugar Play Satation. Aun así cada cierto tiempo intentamos entrar en el mundo del otro, te acompaño al campo, pero simplemente no hay caso, al poco tiempo me pongo los audífonos y me sumerjo nuevamente en mi mundo, simplemente no va a suceder, somos diferentes y nunca tendremos intereses parecidos, lo que vale es que seguimos intentándolo.

1 comentario:

Marco Ramírez dijo...

Tu reflexión es la quintaesencia de ser adolescente. La mirada crítica a los padres, quienes hace algunos años atrás eran perfectos y mejores que los padres de otros. Es complejo de manejar el hecho innegable de que no son perfectos, que viven con contradicciones (que para uno se hacen cada vez más evidentes) y que tus opciones de vida divergen cada vez más de las de ellos. Ví en el caso de un amig que las diferencias tan grandes con su padre provenían justamente del hecho de que era muy parecido a él, pero de eso se vino a dar cuenta en unas de esas conversaciones profundas y sinceras, cuyas conclusiones cuesta aceptar. El camino que yo mismo seguí (o el camino por el cual la vida me llevó, más bien) me llevó a comenzar a comprender a mi padre, a poder ponerme en su lugar y a tener compasión de sus miserias, sus contradicciones y errores. Eso pasó cuando comencé a hacerme cargo de mi vida.
Saludos